Resiliencia | Resliencia Humana
"La resiliencia es la capacidad de los organismos vivos y de los materiales de adaptarse a tensiones, perturbaciones o adversidades, y de recuperar su estado original una vez cesa la perturbación a la que se sometieron. Por tanto, no se trata de resistir, sin más, sino de resistir para recuperarse, pues es la recuperación la que da sentido a la resiliencia y la diferencia de la mera resistencia."
-Fernando Roldán.
Un ejemplo es la respuesta de las personas en los Estados Unidos
a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y sus
esfuerzos individuales para reconstruir sus vidas.
Ser resiliente no quiere decir que la persona no experimenta
dificultades o angustias. El dolor emocional y la tristeza son
comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o
traumas en sus vidas. De hecho, el camino hacia la resiliencia
probablemente está lleno de obstáculos que afectan nuestro
estado emocional.
Una combinación de factores contribuye a desarrollar la
resiliencia. Muchos estudios demuestran que uno de los
factores más importantes en la resiliencia es tener relaciones
de cariño y apoyo dentro y fuera de la familia. Relaciones que
emanan amor y confianza, que proveen modelos a seguir, y que
ofrecen estímulos y seguridad, contribuyen a afirmar la
resiliencia de la persona.
Generalmente en México la resiliencia se suele desarrollar por
cuestiones comunes de la región como son sismos y huracanes, de
forma que el principal impacto visual donde surge el trauma es
el ver de parte de las víctimas el lado a las estructuras dañadas
con el impacto que estas llegan a sufrir por daños en los
cimientos de estas o en la estructura. Esto contribuido a las
diferentes condiciones estructurales de cada parte del país como
lo son las ciudades de Puebla y la CDMX donde la percepción
sísmica es más latente y que gracias a la resiliencia generada
después de los sismos de 1985 y 2017 se mejoraron las normas de
estructuración y planificación de las obras para estas zonas con
más densidad de población, pero con más riesgo de sismo.
En los estados más cercanos a la costa la resiliencia se genera
por otros efectos que son huracanes donde y principal daño suelen
ser provocados tanto por huracanes como por tormentas leves,
donde la resiliencia hace efecto es cuando por una tormenta o una
inundación las estructuras ceden ante la fuerza del viento o los
desbordamientos de ríos en situaciones ya conocidas donde las
paredes o cimientos de las viviendas u otras estructuras son
fácilmente derribadas.
En ambos casos la resiliencia ha ayudado a mejorar las normas y
procedimientos de la construcción en el país, mejorando tanto
en el caso de las ciudades las construcciones han fortificado
las bases de las columnas extendiendo los cimientos más profundos
en la tierra y así evitando el problema de planta baja flexible
con la ayuda de los famosos gatos hidráulicos reduciendo los
desastres a tal grado que en el sismo del 2017 sin la resiliencia
como principal fuente de preparación los daños hubieran sido
catastróficos para la CDMX.
Casos más drásticos de resiliencia hay en todo el mundo,
poniendo como ejemplo los desastres ocurridos en Fukushima
donde ocurrió un triple desastre:
- Temblor.
- Tsunami.
- Falla nuclear.
Donde 150,000 personas tuvieron que ser evacuadas, las pérdidas
económicas que estiman llegarán a los 198 billones de dólares,
la limpieza de los residuos se terminará posiblemente hasta 2051.
Esto junto con el alto riesgo en Japón por sufrir tanto sismos
como tsunamis genero una acelerada resiliencia en las personas,
siendo para el día de hoy uno de los países con los mejores
protocolos para prevención de desastres, esto a causa de la
resiliencia.
Según la Organización para las Naciones Unidas (ONU) los
principales factores de riesgo en las zonas urbanas a nivel mundial son:
- El crecimiento de las poblaciones urbanas y el progresivo aumento de la densidad, ejerce presión en los suelos y servicios y origina el aumento de asentamientos humanos en zonas costeras, laderas inestables y en general zonas no aptas para ser habitadas.
- La concentración de recursos y capacidades a nivel nacional, con falta de recursos fiscales, humanos y limitadas capacidades en el gobierno local, incluyendo mandatos poco definidos para la reducción del riesgo de desastres y su respuesta.
- La débil gobernanza local y la pobre participación de los socios locales en la planificación y la gestión urbana.
- La inadecuada gestión de los recursos hídricos, de los sistemas de alcantarillado y de los residuos sólidos, que contribuyen a la generación de emergencias en materia de salud pública, inundaciones y deslizamientos.
- El declive de los ecosistemas debido a las actividades humanas como la construcción de carreteras, la contaminación, la invasión de humedales y la extracción insostenible de recursos que ponen en peligro la capacidad de brindar servicios básicos como la regulación y la protección en caso de inundaciones.
- La falta de Reglamentos de construcción o la ausencia de mecanismos de supervisión de su cumplimiento para la infraestructura pública con alto nivel de vulnerabilidad física.
- La falta de coordinación de los servicios de emergencia, con la consiguiente disminución de la capacidad de respuesta rápida y del estado de preparación.
- Los efectos negativos del cambio climático, que probablemente aumenten o disminuyan las temperaturas extremas y la precipitación, dependiendo de las condiciones de la región, con repercusiones en la frecuencia, la intensidad y la ubicación de las inundaciones y de otros desastres relacionados con el clima.
La resiliencia es la capacidad de la materia para recuperarse de
una deformación causada por una fuerza externa, la resiliencia
es necesaria para recuperar la funcionalidad después de una
situación adversa, y cuando se trata del diseño estructural,
esto resulta de vital importancia. El objetivo principal de una
estructura debe ser resistir lo suficiente para garantizar la
seguridad de sus ocupantes, ante eventos inevitables, como los
sismos, el objetivo de los ingenieros y diseñadores es lograr
que las estructuras se mantengan en operación, un edificio
resiliente debe tener la capacidad de mantenerse en operación
después de la ocurrencia de un sismo.
De la misma manera, las personas deben de ser capases de ser
resilientes para poder contribuir a la reestructuración y
aprendizaje de eventos traumáticos para así poder colaborar
y generar panoramas más amplios sobre los desastres.